La vida con ERC
Historias de pacientes
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Conoce nuestro documental del día a día de un paciente con Enfermedad Renal Crónica
Recomendaciones para una buena calidad de vida
Se recomienda una dieta de tipo mediterránea, con alimentos ricos en fibra, evitando grasas saturadas y trans e individualizando según el perfil del paciente.3
• Mejor hervir, usar plancha o parrilla, que freír (satura las grasas),17.
• Lípidos: los pacientes con ERC presentan riesgo aumentado de enfermedad cardiovascular, por lo que es recomendable disminuir el consumo de grasas saturadas y aumentar la ingesta de ácidos grasos poliinsaturados omega-3 y omega-618.
• Hidratos de carbono: es mejor tomarlos en forma de carbohidratos complejos (frutas, verduras y cereales)17. Es preferible hacer una mayor ingesta de frutas y vegetales, (aunque a veces el riesgo de hiperpotasemia puede limitar esta ingesta) y menor de cereales, ya que estos (pan, pastas) son un complemento energético importante, pero con proteínas de bajo valor biológico que, además, tienen un alto contenido en fósforo (P) y potasio (K), sobre todo los integrales. En el caso de las frutas y verduras, y para prevenir la hiperpotasemia, se recomienda realizar una doble cocción de las verduras y tubérculos o bien dejarlos un tiempo en remojo17.
• Potasio (K): Existe controversia en relación a la restricción del potasio en la ERC, sobre todo en pacientes que no presentan niveles altos (Hiperpotasemia), ya que algunos estudios han mostrado que dietas con moderado o alto contenido en potasio pueden disminuir el daño renal.18.
• Proteínas: incluir en la dieta sobre todo las de alto valor biológico: carne, pollo, huevos o pescado17. A diferencia de los azúcares y las grasas, cuyos productos finales son agua y CO2, en el caso de las proteínas el producto final de su metabolismo es el nitrógeno, que se elimina principalmente por vía renal en forma de urea. Con la progresión de la ERC, los productos nitrogenados, tóxicos para el organismo, se acumulan de forma inversamente proporcional a la perdida de la función renal. Por tanto, se debe moderar la ingesta de proteínas; en este sentido, la dieta mediterránea es la más recomendable17.
• Fósforo (P): su ingesta se relaciona con mayor mortalidad por enfermedad cardiovascular en pacientes con ERC18. Es por ello que los lácteos, ricos en P, se deben ajustar para no superar una ingesta de P de 900-1.000 mg/día17. Esta restricción puede ocasionar una ingesta deficitaria de vitamina D y de calcio, ya que los lácteos son ricos en estos micronutrientes; por tanto, para evitar estos efectos, es importante consultar con el profesional sanitario para adaptar todas las recomendaciones18.Se debe restringir la ingesta de alimentos procesados que pueden contener aditivos (fuente de fósforo) y que no son de declaración obligatoria en el etiquetado19.
• Fibra: es muy importante para el peristaltismo intestinal, sobre todo en pacientes mayores y sedentarios. Son productos especialmente ricos en fibra las legumbres, los cereales integrales, los frutos secos y semillas, las frutas y las hortalizas. Además, estudios recientes indicarían una relación entre el consumo de fibra y una menor progresión de la ERC18.
• Sal: una elevada ingesta de sodio se asocia con aumentos de la presión arterial y de la proteinuria, y produce hiperfiltración; por este motivo, en la ERC se recomiendan ingestas de sodio que sean inferiores a 2.400 mg/día18. Para lograrlo, no se deben sazonar los alimentos y hay que evitar los que contienen exceso de sal: productos enlatados, embutidos, vísceras, salazones, ahumados, quesos con sal, caldos y sopas prefabricados, y alimentos congelados precocinados17,19.
• Alimentos procesados: es importante evitar su consumo ya que suponen un aumento en la ingesta de sal, azúcares simples, fósforo y potasio que estos productos llevan añadidos19.
• Alcohol: Se recomienda evitar su ingesta por encima de 12-14 gramos/día, que corresponde aproximadamente a 300 cc de verveza o 150 cc de vino3.
En pacientes con ERC, la capacidad de generar alto volumen de orina se conserva hasta etapas avanzadas de la enfermedad
La cantidad de líquido ingerida puede ser un factor de riesgo de enfermedad renal crónica no establecido. Una producción de orina de ≥2-3 L al día es una propuesta razonable, no aplicable al síndrome cardiorrenal y riesgo de retención hidrosalina. La ingesta elevada de agua puede producir hiponatremia (baja concentración de sodio en plasma).
El ejercicio físico ofrece múltiples beneficios al paciente con ERC. Anteriormente, no se solía recomendar por la posibilidad de un aceleramiento del deterioro de la función renal al aumentar la proteinuria. Esto puede ocurrir con la práctica de ejercicio intenso, pero los últimos estudios apuntan a que el ejercicio moderado no muestra efectos negativos sobre la función renal.
La práctica de ejercicio aeróbico supone una mejora importante de la capacidad funcional y de la condición física. Además, permite controlar la presión arterial y, debido al aumento de los niveles de hemoglobina con el entrenamiento, se reduce la sensación de astenia o fatiga.
La ERC conlleva la acumulación de productos de desecho del metabolismo y alteraciones que afectan a muchos órganos, entre los que se encuentra el aparato cardiovascular, lo que conduce gradualmente a la reducción de la capacidad física y aumenta la mortalidad.
También se producen alteraciones a nivel del aparato locomotor, como osteoporosis y pérdida de masa muscular. La sarcopenia (pérdida de masa y función muscular) aparece desde las primeras fases de la enfermedad y se va incrementando en fases más avanzadas, produciendo una mayor discapacidad y aumento del riesgo de caídas y fracturas. La realización de ejercicio físico refuerza la musculatura y mejora la capacidad física20.
El sedentarismo es un factor contra el que hay que luchar ya que podría ser tanto causa como consecuencia de progresión de la enfermedad renal. Se aconseja incluir el ejercicio físico regular desde estadios iniciales, lo cual mejora la condición física y psicológica, ofreciendo una mayor calidad de vida20.
Se recomienda 30-60 minutos de ejercicio moderado, 4 a 7 días por semana, con ejercicios aeróbicos y/o de fuerza, de una intensidad moderada, para evitar sedentarismo3.
La práctica de ejercicio aeróbico supone una mejora importante de la capacidad funcional y de la condición física. Además, permite controlar la presión arterial y, debido al aumento de los niveles de hemoglobina con el entrenamiento, se reduce la sensación de astenia o fatiga20.
Otra recomendación importante es evitar el tabaquismo por sus efectos deletéreos cardiovasculares y renales3.
Aceptar un diagnóstico de ERC puede ser difícil; es importante que el paciente le comunique al profesional sanitario todas las dudas y sentimientos que le produce la enfermedad. También suele ser de gran ayuda hablar con otras personas que sufren ERC, por ejemplo, acudiendo a las asociaciones de pacientes. Resulta igualmente beneficioso estar bien informado de todo lo relacionado con la ERC para saber qué aspectos de la rutina diaria se pueden cambiar para controlar la enfermedad2.
El ejercicio puede mejorar la ansiedad y la depresión en pacientes con ERC. Por ello, es importante incluirlo desde etapas tempranas20.
2. La Enfermedad Renal Crónica | National Kidney Foundation. https://www.kidney.org/espanol
4. Lorenzo-Sellarés V. Enfermedad Renal Crónica. Nefrología al día 2020
17. Lorenzo-Sellares V et al. Nutrición en la Enfermedad Renal Crónica. Nefrología al día 2020; Disponible en: Nutrición en la Enfermedad Renal Crónica | Nefrología al día (nefrologiaaldia.org)
18. Pérez Torres A et al. Evaluación de la dieta en pacientes con enfermedad renal crónica sin diálisis y su relación con el estado nutricional. Nutr Hosp. 2017; 34(5):1399-407. doi:10.20960/nh.960.
19. Lou-Arnal LM et al. Impacto del consumo de alimentos ultraprocesados en la enfermedad renal crónica. Nefrología 2021; doi: 10.1016/j.nefro.2020.11.013.
20. Villanego F et al. Impacto del ejercicio físico en pacientes con enfermedad renal crónica: revisión sistemática y metaanálisis. Nefrología 2020; 40(3):237-52. doi:10.1016/j.nefro.2020.01.002.
ES-29476 marzo 2024